jueves, 15 de julio de 2010

SOPAS DE AJO al estilo de mi abuela

La cocina es un mundo lleno de sabores, aromas y sensaciones, para mí es una de las cosas de la vida, que más me relajan y con la que más disfruto, es por ello por lo que quiero compartir esa sensación placentera con todos vosotros.
La cocina consigue que viajes a otros lugares sin salir de casa, consigue traerte buenos recuerdos: cuando hiciste ese plato hace años, en una fiesta con tus amigos, consigue que te acuerdes de tu infancia de como odiabas "las sopas de ajo" y ahora te encantan, como es mi caso, esto pasa ¿verdad?, la vez que hiciste leche frita y en vez de ponerle azúcar le pones té, pensando que era azúcar moreno como con mi amiga Esther, !!!que grandes momentos!!!, la vez que preparaste y compartiste una comida especial con alguién especial y así un sin fin de recuerdos...
Con estas recetas espero conseguir que todos tengaís bonitos momentos y si no son tan bonitos como esperabaís, siempre os podeís quedar con lo bueno que estaba el guiso, el humor es esencial tanto en la vida como en la cocina.
Esta es mi primera receta, espero que os guste y no olvidéis poner el ingrediente mas especial, que es ponerle mucho cariño.

INGREDIENTES:

Pan del día anterior.
Ajos*
Sal
Un huevo
Pimentón dulce
Agua
Aceite de Oliva
Jamón serrano

Recipientes y utensilios.
Cazuela, cuchillo, tabla de corte, cuchara de madera.

* Ver ingredientes especiales.

PREPARACIÓN:

Cortar el pan en taquitos, el pan es preferible que este duro. A continuación poner aceite en una cazuela, si es de barro mejor, pelar los ajos y cortarlos en laminas, echar los ajos con el aceite frío, porque si el aceite esta caliente los ajos se queman, cortar el jamón en taquitos y añadirlo junto con los ajos, dorar, cuando este dorado, añadir el pan y abundante pimentón, mover. El echar primero el pan y luego el pimentón es para intentar evitar que el pimentón se queme.
Cubrirlo de agua, añadir un poquito de sal, cuidado con la sal porque el jamón es salado, y ya da bastante sabor salado al plato
Dejar cocer a fuego medio-lento como 20-30 minutos, cuanto mas cueza mejor.
Cuando quede como 5 minutos de cocción, añadimos el huevo, lo podemos hacer de diferentes formas: echar un huevo batido y dejarlo cocer durante unos minutos, escalfar el huevo en la sopa o cocer el huevo a parte, partirlo en trocitos y añadirlo a la sopa, yo prefiero esto último.
Este plato se sirve caliente.

Consejo: El pan es preferible que sea de miga, por ejemplo hogaza de pan. También se puede hacer con chorizo, panceta…si os gusta el picante añadir un pelín de pimentón picante.
Lo primordial del plato es no dejar que los ajos se quemen, así que cuidadito.

Anécdotas y curiosidades:
Esta comida tiene bastantes propiedades curativas, fundamentalmente por las propiedades del ajo, para catarros y malestar en general.

El Dramaturgo Ricardo de la Vega hizo un poema dedicado a las siete virtudes de las sopas de ajo.

Siete virtudes
Tienen las sopas
Quitan el hambre,
Y dan sed poca
Hacen dormir
Y digerir
Nunca enfadan
Y siempre agradan
Y crían la cara
Colorada.


Alejandro Dumas en un viaje que hizo por España recopiló información culinaria e intento llevar esta receta a la cocina francesa, pero elimino los ingredientes: aceite de oliva y pimentón

Plato típico de gente del campo. El añadir Jamón dependía mucho de la economía familiar, se pueden hacer sin este, dado que trata de una sopa de origen humilde, y algunas comarcas de Castilla León, norte de España se asocia a la cocina de Semana santa, eliminando de la receta la carne.

Se puede tomar a cualquier hora del día.

Existen diferentes variantes en España, incluso cambian de nombre:

En la provincia de Cuenca se llama “Sopa de pastor”.
En las zonas de costa le pueden poner trocitos de pescado, en algunas zonas.
Navarra no ponen pimentón le ponen pimiento choricero.
La Rioja añaden tomates y pimiento.
Segovia le añaden cominos y lo meten al horno quedando una costra dorada por encima.
Francia existe una similar, pero esta sustituye el ajo por cebolla,”soupe a´ l´ oignon”.

Como dato curioso en Madrid a comienzos del SXX era un plato muy habitual en los cafés de tertulia, también durante unos años era un plato estrella en los menús de boda, adornado con perejil y huevo cocido picado.

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